No es obsesión

Puede parecer que estoy obsesionada con Graham Greene pero ha sido todo un descubrimiento. Ambos detestamos los clásicos, a James Joyce con su Ulises, preferimos a un buen narrador antes que a un buen literato; ambos sufrimos de una escolaridad no muy afortunada, depresión en la adolescencia, un constante deseo de escapar durante toda la vida; el hábito de escribir en una libreta los sueños de la noche y una gran curiosidad por el proceso final de la muerte. El día que me llegue la hora espero tener una libreta y un lápiz a la mano para describir la experiencia.

Gatos

Verás, los gatos son reaccionarios. Responden al estímulo que se les da: si los amas, te amarán; si los odias, se orinarán sobre ti, salvo honrosas excepciones que se conforman con actuar de acuerdo a la absurda fidelidad de los perros. Por ejemplo, la «Pompina». Yo no amaba a la «Pompina»; la quería, pero no la amaba. Por supuesto, nunca lo admitiré en alta voz. Ella me adoraba y me asfixiaba con su demanda permanente de cariño.  Yo comprendía las razones de su comportamiento: abandonada apenas rozando el mes de vida, reaccionaba exigiendo del mundo el amor que se le había negado en la cuna hasta hastiarse. Algunos humanos también reaccionan así. Y peor.