No estoy enamorada

No es una idea profunda y romántica. Es sólo que cuando veo a su hijo, el mayor, se me revuelven las hormonas. Serán sus piernas arqueadas tal vez, o su cabello negro con patillas entrecanas o el hecho de que conduce una moto y cuando entra en «Mermedo» a comprar el pan, lleva el casco colgando del brazo. El asunto es que me gusta su hijo, el de la cara porfiada y aire de macho. Pero, por favor, no piense mal; no estoy enamorada de él.