Un gato en la ventana. No es la Kitty, no es la Mimí. Otros tiempos, otros gatos, pero ella sigue siendo la misma.
El gato
Es un gato como mágico; miras y no está; vuelves a mirar y lo encuentras echado en la banca, donde antes no estaba, como un sultán en espera de ser alimentado.
Gatos
Verás, los gatos son reaccionarios. Responden al estímulo que se les da: si los amas, te amarán; si los odias, se orinarán sobre ti, salvo honrosas excepciones que se conforman con actuar de acuerdo a la absurda fidelidad de los perros. Por ejemplo, la «Pompina». Yo no amaba a la «Pompina»; la quería, pero no la amaba. Por supuesto, nunca lo admitiré en alta voz. Ella me adoraba y me asfixiaba con su demanda permanente de cariño. Yo comprendía las razones de su comportamiento: abandonada apenas rozando el mes de vida, reaccionaba exigiendo del mundo el amor que se le había negado en la cuna hasta hastiarse. Algunos humanos también reaccionan así. Y peor.